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El Señalador es un espacio para la difusión y libre expresión de los actores de la cultura en el oeste de Buenos Aires, en donde encontrarás la información más relevante acerca de los eventos y actividades artísticos y culturales de la zona, acompañada por nuestra opinión y recomendaciones.

Si deseas promover algún evento o quehacer cultural circunscritos a uno de estos dos partidos, podés enviarnos tu información junto al contenido de interés: gacetillas de prensa, comunicados, newsletter, enlaces, etc. y con gusto la incluiremos.

Nuestro espacio también está abierto a la publicación de poemas, relatos y fragmentos de obras literarias de los escritores de esta región del conurbano bonaerense.

viernes, 30 de septiembre de 2011

EL PUEBLO, LA GENTE Y EL PÚBLICO. La mirada lúcida de Norberto Barber.


En mayo de este año fallecía Norberto Barber, dirigente del Frente Grande de La Matanza y que estaba integrado a la Corriente Pan, Trabajo y Justicia de ese distrito. Tuve el sumo agrado de conocer a este querido y respetado “viejo” (así se lo conocía dentro del ámbito militante y de sus compañeros), cuando nos tocó compartir un proyecto periodístico para el cual fui convocado.
En el intercambio de charlas, anécdotas y acontecimientos de aquellos finales de los noventa y principios del nuevo siglo, me fue posible conocer mucho de su pensamiento político, que no era otra cosa que una sumatoria de experiencias aquilatadas en la lucha popular de más de cuarenta años, bastante buena lectura y un incansable forjarse a si mismo, porque no era un político doctorado en ninguna ciencia, ni tampoco alguien con postura de intelectual de trasnochadas tertulias de café, por cierto. Era un verdadero “animal”  de raza política,  que hizo de la militancia su credo al que le dedicaba buena parte del día, de  todos los días de su vida y a partir de los quince años de edad, que fue cuando decidió incorporarse las filas de la militancia de izquierda.
Un hombre de análisis claro, preciso y que no pocas veces dejaba caer entrelazándoles una feroz ironía y un humor muy porteño. Su origen humilde, su adscripción ideológica a las causas populares y la conciencia de clase bebida en su formación dentro de la izquierda (sin el férreo dogmatismo que le impidiera alejarse de los errores, auto criticarse y buscar pertenencia dentro de otras corrientes político partidarias), sumados a su personalidad e inteligencia, lo ubicaron en el discurso llano, la palabra simple, entendible para todo el mundo y desde ahí hizo docencia con decencia, nunca se postuló para cargo legislativo ni público alguno.

Como homenaje a su memoria, a su amistad y al placer que me evocan esos tiempos compartidos, es que transcribo un capítulo de su libro Lenguaje político e ideología, en el cual y haciendo gala de esa simpleza y claridad de análisis que lo caracterizó, toma cuenta de la cuestión suscitada por la utilización del vocablo gente por parte del discurso neoliberal y que luego trascendiera ese espacio mismo, para impregnar el habla política en general.

Para la mejor comprensión histórica de este capítulo de su libro, nos debemos encontrar con la Argentina de los últimos años del experimento neoliberal y donde asistíamos a un país devastado en lo social, ecónomico y desde sus instituciones mismas, fruto de la aplicación a fondo de las políticas de esa ideología, estamos hablando de lo inicios de la primera década de este siglo.




La gente.

Extraído del libro Lenguaje político e ideología, de Norberto Barber, ediciones La Huella, año 2000.


  Sin mucho esfuerzo se podrá ubicar el momento en que la acepción la gente, aparece en el vocabulario político del “progresismo”. Término que fue suplantando lentamente al  concepto pueblo y que se instala entre nosotros en el inicio de los años ’90, cuando el neoliberalismo decretaba la muerte de las ideologías, menos la suya claro.

  Antes de la década del ’90, más allá de la identidad política que se tuviese, ningún militante popular utilizaba el término la gente en su lenguaje cotidiano.

  Para referirnos a las grandes mayorías populares, no había palabra más precisa que la de pueblo, ésta tiene un significado concreto, expresa una ideología avanzada, que señala sin ambigüedades los intereses que aspiramos a defender.

  Es oportuno precisar  que entendemos por pueblo: éste está conformado por distintos componentes provenientes de diversas clases y sectores sociales como son los obreros, trabajadores, campesinos (pobres y medios), pequeños y medianos comerciantes e industriales, profesionales, estudiantes, sectores religiosos, minorías raciales y sociales; etc. Todas estas partes componentes conforman el todo que denominamos pueblo argentino, sectores que más allá de diferencias, tienen pronunciados intereses de orden político, económico, histórico, cultural; etc.

  El concepto la gente simplifica, diluye, desdibuja al sujeto histórico social al que nos estamos refiriendo cuando decimos pueblo y lo transforma en objeto sobre el que recae la acción de la llamada “clase política”. La gente da idea de una suma mecánica de millones de individuos sin pasado, presente ni futuros comunes y desconectados entre sí, que no poseen lazos económicos, políticos, culturales e históricos que los unan. Es más, al decir la gente estamos igualando a María Julia Alsogaray (1) con la más humilde de las trabajadoras domésticas, por lo cual si señalamos que “se trata de hacer una labor en beneficio de la gente…”, se está dando la idea de que es factible desplegar una acción política que favorezca tanto a una gran empresa multinacional, como al último de los albañiles. ¡Todos son la gente si se sigue la línea de este pensamiento!

  Desde la década del ’50 y hasta bien entrados los años ’80, los militantes populares nos sentíamos agraviados cuando Alvaro Alsogaray (2), primero como ministro de economía y luego como candidato del conservadurismo, para referirse al pueblo nos denominaba el público y a todos los que nos sentimos ciudadanos de una república conformada definitivamente en el año 1853, nos irritaba por demás que un anciano oligarca nos denominara como público. Cierto es que al llamarnos así, de esa manera, don Alvaro era coherente con su ideología liberal, pensamiento que considera al mercado como factor determinante en la vida de una sociedad y que lo sitúa más allá de las instituciones que deben regirla: es el público el que concurre a los mercados y no los ciudadanos, nótese como desde esta visión nos ubican dentro de otra realidad, muy útil a los propósitos de esa ideología. Es una lógica de tenderos, de mercaderes para quienes el país es una gran tienda donde los poderosos fijan siempre los horarios de atención, por estar del otro lado del mostrador y en calidad de dueños y propietarios.

Es en el inicio de los años ’90 donde se reformuló el más gorila y crudo liberalismo de principios del siglo XX y es entonces que el público pasó a denominarse gente en la categorización neoliberal y nos han impuesto un pensamiento que funciona, más o menos, así: “yo vendo política y la gente compra o elige la mejor oferta”. Para ellos no pasamos de ser una manada de individuos libres que se agolpa insensatamente en la góndola de los supermercados políticos, buscando ofertas seductoras para tener derecho a gozar del patio de comidas. Es esa concepción que los obliga a la realización permanente de encuestas, estudios de mercados y el promover propuestas a través de spots televisivos, cuyos protagonistas son candidatos reciclados por la mano de los mejores cirujanos plásticos.

María Julia Alsogaray, posando para aquella polémica tapa de la Revista Noricias.


  Que María Julia Alsogaray desee conquistar al público masculino y despertar envidia en el femenino, vendiendo sus encantos otoñales de señora madura semiocultos en un fino tapado de piel, forma parte de su formación de experta en el arte del chalaneo. Lo que es bastante difícil de digerir, es que todos aquellos que deseamos construir una fuerza alternativa al neoliberalismo, aceptemos su método de compra y venta que transforma al pueblo y al ciudadano en gente o, lo que viene a ser lo mismo, en la versión aggiornada del público.


Norberto Barber.




(1).María Julia Alsogaray es una ingeniera argentina devenida en política.

Hija del político y militar Alvaro Alsogaray, fue elegida como diputada de la Nación en 1985 por el partido UCEDE (Unión del Centro Democrático), liderado por él mismo, colocándose como acérrima defensora del libre mercado en la presidencia de Raúl Alfonsín. Alsogaray fue puesta en el cargo gerencial de la privatización de la compañía estatal de teléfonos ENTEL y de la siderúrgica SOMISA. Gracias a las influencias de su padre durante la primera presidencia de Carlos Saúl Menem y designada Secretaria de Medio Ambiente, creando una polémica más al aparecer en una tapa de la revista Noticias, semidesnuda, sólo cubierta por un tapado de piel

Durante su gestión prometió “limpiar el Riechuelo en 1000 días”, clamando que al término de es período “si tiraría a nadar” en el contaminado río, cuya calidad de agua nunca mejoró.

Su patrimonio creció de 400.000 a 2.5 millones de dólares durante las presidencias de Menem. En la década del 2000 fure procesada y en mayo de 2004 recibió su primera condena por enriquecimiento ilícito.



(2). Alvaro Carlos Alsogaray (1913-2005), fue un político, economista y militar argentino, uno de los principales promotores del liberalismo económico en la Argentina moderna.



miércoles, 14 de septiembre de 2011

ARCO IRIS, aquella rara ave de la aurora.

  El rock argentino en sus comienzos no se caracterizó por la tolerancia entre los integrantes de las bandas originarias y hacia sus pares, ni tampoco desde el público mismo que los seguía, si bien campeaba un aire de libertad y cierta ideología que pretendía captar la esencia de la filosofía hippie, todavía al oído de las nuevas generaciones en aquellas épocas le sonaba raro el sonido de algunos instrumentos que no fueran los tradicionales, las fusiones con ritmos propios de nuestro folclore o del latinoamericano y ni que hablar del machismo imperante, que desdeñaba toda presencia femenina, salvo la de alguna mujer como Gabriela, que era la excepción a la regla en un escenario copado por los varones.

  Es por todo esto y mucho más, que la irrupción de Arco Iris, un grupo que aparecía con novedosos arreglos de saxo y flautas en sus temas musicales, que experimentaba misturando el rock con ritmos sudamericanos y cuyos componentes vivían en una comunidad de clara tendencia mística y liderada por una mujer como mentora “filosófica”, era un suceso que resaltaba desde donde se lo mirase. Alejados de la dicotomía imperante que encasillaba a músicos y seguidores entre componer y tocar rock “pesado” y blues o “progresivo”, ellos marcaban una presencia bastante llamativa y exótica al gusto de una juventud que recién daba sus primeros pasos en los vertiginosos, polémicos y violentos años ‘70.


Mejor es ir la principio de la historia. La de Arco iris se sitúa en El Palomar, lugar fundacional y donde Gustavo Santaolalla, guitarra y voz, Guillermo Bordarampé, bajo, Horacio Gianello, batería y percusión y el egipcio Ara Tokatlian, vientos, se vinculan con una mujer que los doblaba en edad (ellos chicos adolescentes que apenas bordeaban los dieciocho años), una ucraniana llamada Danais Winnycka, modelo de cierto renombre en el ambiente porteño de la alta costura y que se había radicado muy joven, junto a sus padres, en la Argentina. Su nombre pasaría al olvido y solamente el apodo de Dana es suficiente para darle entidad inserta en una banda que era mucho más que eso y que respondía a su inspiración. Ella fascinaba a esos jóvenes que prontamente adhirieron a sus ideas: formar una comunidad que siguiera los preceptos que había aprendido de un viaje por la India y el Tibet, fundamentados en la práctica del Yoga, el vegetarianismo, naturismo, la meditación y a todo eso hacerlo parte de un grupo de rock. Fue así que no pasó mucho tiempo para que abandonaran los tranquilos parajes palomenses y juntos lograr afincarse en un departamento de Palermo, ya con Dana como la guía espiritual, enfrascados en la dura disciplina que la gurú les imprimía:  no se comerían carnes, cero consumo de drogas, mucha lectura, meditación y…nada de sexo. La comunidad así constituida, adquirió un tinte místico de rígida preceptiva y donde la música sería el vector que permitiría dar salida a la creación en clave de rock y fusión folclórica. 

  Con el tema Blues de Dana, Arco iris gana el Festival Beat de la Canción Internacional en 1970, año en que aparece su primer LP, que lleva el mismo nombre del grupo, y en 1972 aparece la que es su canción más popular, que rápidamente adquiere una significativa difusión, Mañanas campestres, en un estilo bien folk y que sería la impronta de su primera etapa y en los discos siguientes, como Tiempo de Resurrección (1972), Sudamérica, o el regreso a la Aurora, del mismo año, una opera rock cuya factura hace ingresar la noción de una gran obra conceptual.  En Sudamérica. la banda introduce algunas ideas madres muy interesantes, en principio la de una “opera” rock, luego una mirada hacia la temática sudamericana y a sus raíces, su música y los mitos de la América precolombina y por último, la simbiosis del rock con elementos del folclore de los pueblos de esta parte del continente. En ese momento, todos lo demás fundantes del rock vernáculo estaban en otra línea de expresión, más inspirada en la música de las bandas anglófonas y sus distintas vertientes. Se puede decir que por muchas de sus características Arco Iris era una agrupación pionera. Estos aires musicales se mantienen en su siguiente obra, Inti-Raymi (1973), luego del cual hacen un corte definitivo con este estilo y salen a bucear dentro del rock sinfónico con Agitor Lucens V (1974).





  En 1975, la férrea austeridad de Dana comienza a hacer mella en alguno de los integrantes de la comunidad y es por esa causa que Gustavo Santaolalla decide abandonar el grupo. Luego de un tiempo Dana y Ara, ya conformados como pareja, emigran a los Estados Unidos y Arco Iris irá mutando de estilos y formaciones. Dana fallece en México en septiembre de 2003, mientras que Santaolalla desarrolla una muy exitosa carrera como músico, compositor y productor, pero esa será otra historia.


Discografía

Lo veo en tus ojos (simple) (1969)
Arco Iris (1969)
Blues de Dana (1970)
Sudamérica o el regreso a la Aurora (1972)
Suite Nº1 (1972)
Tiempo de resurrección (1972)
Llegó el cambio / El niño, la libertad y las palomas (simple) (1972)
Inti-Raymi (1973)
Agitor Lucens V (1974)
Sin contratiempos (simple) (1976)
Los elementales (1977)
Mañana campestre (1979)
Faisán Azul (1986)
Pipas de la paz (1988)
In Memoriam (1992)
Peace will save the Rainbow (1996)
Arco Iris En vivo hoy (2000)

Website oficial:
http://www.arcoirismusic.net/





martes, 6 de septiembre de 2011

EL OESTE: zona de diversidades culturales.

  En el oeste está el agite, canta Ricardo Mollo en un tema de Divididos. Más allá que desde algún rincón de nuestro imaginario colectivo se instaló este concepto, que alude a otro más profundo y que sitúa al oeste del Gran Buenos Aires como un ámbito de fuertes corrientes vinculadas a lo cultural suburbano y hasta contracultural, que aguarda soterrado en su intento de imponerse con características propias y así surgir, aún hoy es difícil definir esas características en si mismas, partiendo de sus singularidades y formando un todo colectivo, porque quizá lo individual o lo grupal con su idiosincrasia casi tribal, la heterogeneidad que abarca tonos muy diversos y muchas veces contrapuestos, constituyan el rasgo que defina una forma de cultura que abarca a participantes muy diversos y plurales, tanto como lo son las geografías de esta muy vasta “zona oeste”, que pueden cobijar desde lo urbano hasta lo semi rural, pasando por diferentes estadios intermedios, albergando actores culturales que fueron formados también dentro de esa diversidad misma, con sus peculiaridades que los distinguen por ser tan distintas: no es lo mismo alguien que se educó en los claustros citadinos de Ramos Mejía o Morón, que quien lo hace en Virrey del Pino o Texalar, para citar solo algunos ejemplos y, sin embargo, eso no impide que sus aportes culturales puedan cruzarse, entremezclarse, fundirse desde una misma visión o, aún desde diferentes miradas, lograr puntos muy interesantes de convergencia.

León Giecco en la plaza de Morón.


  A partir de los municipios erigidos en esta porción del conurbano bonaerense, la oferta cultural suele ser intensa a lo largo del año y es lo público ese sector que efectivizando distintos impulsos, métodos, vías de difusión y alternativas que siguen variadas líneas políticas, adquiere el rango de lo oficializado, mientras que por los costados o inclusive participando de una u otra manera, aparecen las formas no oficializadas de hacer cultura y que ocupan ámbitos de espacio público o privado para su cuota de acción. Es así que situados en espacios que establece el gobierno municipal, hay ofertas para todos los gustos que van desde los cursos, talleres, obras de teatro, recitales, charlas, conferencias (en sitios bajo techo o al aire libre), presentaciones, exposiciones de arte, etcétera, junto a una muy variada actividad docente especializada, hasta el ofrecer un sitio para que también aquello que no viene de lo estatal, pueda expresarse a través de diversos cauces. Y fuera de ese sector institucionalizado, florecen y se diversifican individuos o grupos que muchas veces “a fuerza de pulmón” logran hacerse de una voz, de un estilo o de una porción de esta “zona de agite”, para luego captar un escenario desde donde decir que también son intérpretes válidos y valiosos de esta cultura.
En este aspecto queda mucha tela para cortar, el paño es largo y ancho, y a eso volveremos desde El Señalador en otras entradas.